MORELLA: Hace no muchos minutos escribí una carta, aquella empieza diciendo algo así: "Momentos; Minutos; Eternidad". Aquella carta es una forma de plasmar lo que uno siente en cada momento, saber que todo pasa, pero algunas cosas quedan.
Pasando de lo que podría ser un prólogo, que bien en un diario ciclistómano como éste, más pintaría nada, sí que pinta.
"Momento", momentos buenos y malos. Ciñéndome a mi día a día ciclista, la balanza decanta, decanta hacía lo malo por pequeños pesos, que a veces simplemente son plumas, pero afectan en el pedaleo, metafóricamente hablando.
Momentos buenos, haylos, los sobra, pero éstos parecen efímeros, sensaciones subiendo un puerto a tope; la sensación de estar cuidándote, verte sano, verte bien, es en esos días cuando la parte buena de la balanza lleva la pesa de plomo.
Creo que hoy puede que me enrolle, pero releyendo mis entradas decidí escribir cuándo pudiese, o más bien, quisiese.
Ya puramente Ciclistómano:
Desde Febrero que pude competir en dos carreras no he vuelto a ponerme el dorsal en la espalda.
Para nada se puede sentir uno ciclista sino siente la emoción de correr; ni el mejor trascoche, camiones por aquí, consigue sacarte esa agonía de una buena cuneta manchega. Ya me entendéis.
Echo de menos eso, lo busco y lo vuelvo a querer, nunca dejé de pelearme con la continuidad, y con ello con la forma. Y es que bien mejor que yo, junto a mi SRM, sabe dónde estoy. Y quién gana.
Éste deporte requiere de disciplina rusa, domesticidad metódica y, como me gusta llamarlo a mi, #SpartanLife.
Seguimos con eso, esos entrenos con objetivos, con los números del L5 marcados en rojo en el PowerControl7, a las Medilast después de entrenar, cuidarse, más si cabe.
Vuelvo, y mi cabeza está pensando "Volveremos", a ponernos esos imperdibles, ese dorsal, esa agónica emoción de competir.
Pablo Pitarch.