Si últimamente me está gustando lo de mojarme, el hecho de que ayer fuese totalmente a contrapelo e inesperado, aún me gustó más.
Entrada la tarde, entraban las tormentas, salía yo. Con el chubasquero puesto ya desde casa, lloviendo, como me gusta decir a mi, no moja, refresca. Una subida rápida a Castellfort y vuelta a Morella, cambio de ropa y acabar en el rodillo sumando cuatro horas.
Porque hay días que todo se emperrea, pero depende siempre de nosotros el podernos ir a dormir con la relajada satisfacción de que el día acaba, y éste no nos ganó.