
La tónica de estas semanas no tiene mucho "intringulis", rodar lento y fácil, evitando al máximo los puertos largos, aunque por esta zona es tarea ardua y complicada diseñar entrenamientos sin apenas desnivel. Pero como dice el dicho: "lo que mata es la velocidad", y sino miren las balas.
El viernes tocó una experiencia inusual. Todo ciclista se ha encontrado alguna vez con el Tío del Mazo, es casi como de la familia. Estuve buen rato con el "tito", tal "mazazo" me pegó que hice un par de excursiones a la cuneta, y en una de ellas con voltereta incluida. Un "pajarón" de este calibre, sin duda, es una experiencia. Y como siempre Murphy está ahí cuando se le necesita: el móvil sin batería.
Como muchas veces dice "Perico" Delgado y Carlos de Andrés, una pájara es un estado de desfallecimiento transitorio, que sí, te gode el día, pero comiendo bien y descansando al día siguiente como si nada.
Y así fue, al día siguiente, y como la mayoría de sábados, entrenaba en compañía, muy buena compañía, con D. Victor Martínez. Un buen entreno de fondo y sin rastro de Tío Mazo.